La fiesta que nunca terminó

Hay sonidos, como el eco, que nunca se apagan del todo. Para nosotros, es el sonido de la música, de la risa compartida y, sobre todo, del propósito. Hace más de veinte años éramos un grupo con más ganas que recursos, convencidos de que la alegría podía ser la herramienta más poderosa para cambiar las cosas. Organizábamos fiestas a beneficio; cada entrada, cada baile, era una mano extendida a un comedor, a una escuela, a una familia que lo necesitaba.

Ahora, al mirar a nuestro alrededor, sabemos que el motivo que nos unió sigue más vigente que nunca. Las mismas necesidades, los mismos sueños que necesitan un empujón, los mismos chicos que merecen una oportunidad.

Y en medio de una charla, surgió la pregunta casi como un suspiro:

¿Y si volvemos?

Esa chispa se contagió al instante. Pronto, las ideas fluían como antes.


Esto es más grande que nosotros, es una cadena de favores que queremos volver a poner en marcha. Por eso le decimos a todos: si sentís ese llamado a ayudar, por más pequeño que sea, este es tu lugar. Sumate.

Oficialmente, volvemos a las pistas, a la música y, sobre todo, a la acción. Nuestras fiestas a beneficio renacen con el mismo espíritu de siempre, pero con veinte años más de corazón. Porque descubrimos que algunas cosas no envejecen, como las ganas de bailar por una buena causa.

Te invitamos a ser parte de este nuevo comienzo. No importa si podés donar tu tiempo, si tenés un talento para compartir, si conocés a alguien que necesite ayuda o si simplemente querés venir a celebrar la vida con nosotros y sumar tu granito de arena con tu entrada. Las puertas están abiertas para todos.

Veinte años después, la música cambió, nosotros cambiamos, pero las ganas de ayudar son las mismas. Y esa es la única fiesta que, en realidad, nunca termina.